miércoles, 30 de septiembre de 2009

Mueren obreros con hasta 110.000 fibras de amianto en sus pulmones



  En los años 90, se inició un triste fenómeno en la ría de Ferrol. Jóvenes abuelos de 65 o 70 años desaparecían tras cánceres repentinos, mientras desde la ventana del hospital señalaban los astilleros: "Iso é o que me está matando. Todo é por culpa do amianto". Antes de que los médicos certificasen el origen de la asbestosis, los antiguos trabajadores del naval sabían que sus órganos se deshacían por el metal inhalado. Por el camino, fallecieron ex operarios que no pasaban de la cincuentena. La autopsia de una de las últimas víctimas, Paulino Pereiro, revela una situación sangrante: su pulmón almacenaba 110.000 fibras de amianto. El tope permitido ya se encuentra en las 1.000 fibras.

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