Fue el encargo de un cartel que quería ensayar en España el último invento de los traficantes colombianos de cocaína para blindar sus envíos a EE UU y Europa. Pese al meticuloso plan, todo el trabajo de ingeniería naval que asumieron los narcos gallegos se convirtió en un estrepitoso fracaso y un timo para sus socios suramericanos que financiaron el invento. Los siete cómplices se enfrentan a penas de entre 10 y 13 años de cárcel. El fiscal Antidroga Marcelo de Azcárraga les acusa de un delito de conspiración para delinquir por intentar introducir a través de las costa gallega más de 750 kilos de cocaína pura, utilizando ese artefacto semi-sumergible que nunca llegó a navegar.
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